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  • Canto gregoriano Solesmes

Historia

El canto gregoriano es el canto propio de la liturgia de la Iglesia Católica romana. Heredado de una antiquísima tradición, este repertorio musical, llamado tesoro de inestimable valor por el Concilio Vaticano II, se compone principalmente a partir de versículos de la Biblia en latín.

La historia del canto gregoriano es compleja: su origen y su desarrollo temprano se desconocen casi por completo. Aunque la elaboración del canto gregoriano recibió muchas inflencias de la música judía y griega (especialmente en lo que concierne a la modalidad), el gregoriano es principalmente latino.

En Occidente, alrededor de los siglos III y IV, sobre la base de recitativos de las primeras liturgias cristianas, se constituye una "antigua colección" de cantos eclesiásticos con melodías bastante simples. Varias regiones desarrollan un repertorio local: los cantos romanos, beneventanos (sur de Italia), milaneses o ambrosianos (norte de Italia), hispánicos y galicanos (en la Galia). Desde el siglo V al VII, los Papas, notablemente León el Magno, Gelasio y Gregorio Magno (a quien el canto gregoriano debe su nombre) contribuyen a la organización del repertorio a lo largo del año litúrgico.

A mediados del siglo VIII, el reino franco de Pipino el Breve adopta la liturgia romana. Los cantores romanos cruzan los Alpes y la transmisión es oral, puesto que los manuscritos litúrgicos contienen los textos de los cantos pero no su melodía. En el norte de la Galia aparece un nuevo repertorio, afortunada fusión del canto romano y galicano. Con Carlomagno, y gracias al rol decisivo de los monasterios que lo difunden por toda la Cristiandad de Occidente, lo que se conocía ya como "canto gregoriano" alcanza unas cotas formidables. Durante el siglo X, el repertorio aumenta día tras día y se copia en manuscritos con distintas notaciones musicales. La lenta introducción del pentagrama en el siglo XI permite una transmisión más precisa de las melodías.

Al final de la Edad Media, con la aparición de la polifonía, que deforma la frase, la melodía y sobre todo el ritmo, el canto gregoriano entra en una etapa de declive progresivo. Tras ser descartado por el Renacimiento y el Protestantismo, se hicieron muchos intentos para restituir el canto gregoriano en base a la música moderna de principios del siglo XVII. Desfigurado y desnaturalizado, pierde su pureza y su potencia expresiva al servicio de la plegaria de la Iglesia.

Fue Dom Guéranger (1805-1875, ver busto en el lateral) quien tomo la iniciativa de restaurar el canto gregoriano a través de los manuscritos. La intención de sus investigaciones y reconstrucciones era editar libros litúrgicos. Este gran trabajo, que la Iglesia encargó a Solesmes tras León XIII, se realizó poco a poco en el taller de paleografía musical de Solesmes, que sigue en activo hoy en día para que, como deseaba el Papa Pío X (1903-1914) todo el mundo pueda rezar ayudado por la belleza.