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Época contemporánea

Del siglo XIX hasta nuestros días

Retomando la vida monástica en Solesmes, en 1833 Dom Guéranger quiso revivir la vida contemplativa benedictina, de valor incalculable para la iglesia, poniendo como prioridad para sus monjes la celebración de la liturgia y el estudio, templada por la vida familiar y la separación del mundo.

La comunidad creció rápidamente desde el principio y pronto los edificios del priorato maurista mostraron ser demasiado pequeños para alojar a todos los monjes. Los siguientes abades, por tanto, agrandaron los edificios pese a todo tipo de dificultades que fueron surgiendo: era difícil encontrar dinero, expulsiones de la comunidad en 1880 y 1882 (que tuvieron que vivir en distintas casas del burgo de Solesmes y en los alrededores), exilio en Inglaterra entre 1901 y 1922, las guerras mundiales...

La influencia del monasterio creció de una forma inaudita hasta la fecha. En 150 años, Solesmes fundó doce nuevas comunidades entre las que debemos citar Ligugé, restaurada en 1853 y Sainte-Madeilene en Marsella, fundada en 1865. Hoy en día, nueve de ellas siguen en funcionamiento. Estas comunidades, a su vez, se han dispersado, haciendo de la abadía del Sarthe la cabeza de una congregación internacional. La influencia de la abadía también incluye los trabajos hechos por los monjes: estudios en ciencias religiosas, restauración de canto gregoriano, arte sacra, etcétera.

Este patrimonio espiritual se ha revalorizado con los aportes de último concilio. Con la confirmación de la Iglesia del valor de su orientación contemplativa y su fijación en celebrar la liturgia en latín y gregoriano, la comunidad, ciento veinte años después, sigue honrando la vida benedictina con el carisma propio de su fundador.